jueves, 22 de enero de 2009

LA PELUQUERÍA

Siguiendo la interesante idea del asqueroso y soplapollas Sr. Nadie, además de brindarle mi apoyo por muy puto que sea (recordemos que en este blog se permite la variedad de pensamientos y actos, siempre y cuando no atente contra la vida de alguien más) aquí esta uno de mis recuerdos.

Cursaba el 8avo. año de mi vida aproximadamente, casi pegándole a los 9, sinceramente no recuerdo con precisión la edad, pero seguro era que no pasaba los 10. Por alguna razón extraña me cagaba ir a cortarme el cabello, no lo soportaba. Tal vez era que todo el tiempo perdido sentado en esas sillas de plástico rojas, bien lo podía aprovechar jugando a ser la tortuga ninja donatello y matar al cerdo de destructor, o bien, perdiéndome en el maravilloso mundo de las caricaturas psicodélicas que transmitían, como los pitufos, los snorkels, etc.

Un día fuimos mi madre, hermana y yo de visita a casa de mi tía. Para mi mala suerte, mi tío decidió llegar temprano del trabajo para tener tiempo de ir a cortarse el cabello, cosa que mi madre vio muy bien, ya que en cuanto nos enteramos de que mi tío iría a la peluquería, mi mamá, urgida por llevarme, le dijo a mi tío que si me podía llevar a mi a cortarme la greña. ¿Porque justo ese preciso día hermoso, con el sol a medio cielo y un clima envidiable, mi tío tuvo que hacer de la visita agradable, una porquería y asquerosidad de tarde?

Imaginen ahora al magnifico Sr. sin pertenencia sentado en una silla de plástico rojo, con una batita cubriéndole el cuerpo para que no se llenara la ropa de cabello a los 8 años de edad. Todo el mundo estaba feliz menos yo. Si existe la miseria en una persona, estaba situada en mi. Al ver como mi cabello caía hacia el suelo, fue cuando comprendí que era inevitable, me estaban cortando el greñero loco que supongo cargaba mi cabeza y nada podía impedirlo. Mi tío tomo asiento una silla al lado de la mía y le dieron una revista playboy, lo recuerdo bien. Rápidamente, para que nadie lo notara, voltee mi cabeza hacia otro lado para no ver lo que para mi, según mi familia, era prohibidísimo. Al parecer todos en la peluquería se percataron de mi movimiento de cabeza, eso lo entendí cuando el peluquero me dio un cuentito de spider-man.

Estaba feliz leyendo a ese súper héroe que tantas veces me había acompañado en mis juegos y fantasía, cuando de pronto, levanto la cabeza para ver la televisión y que me encuentro, estaban pasando un documental acerca de lo necesario para que una relación sexual sea agradable, todos los factores que deben de existir para poder llevar a cabo el coito y las sensaciones que corren por el cuerpo de la mujer y el hombre. Lo mejor de todo fue que era gráfico, con personas, que me supongo, eran actores. El programa era totalmente informativo.

Perdí completa noción del tiempo viendo ese programa, el cual, dentro de mi mente, me acercaba un paso más a la edad adulta. No necesitaba de revistas pornográficas, ni de la susodicha playboy, yo tenía mi programa de televisión. Era permitido que lo viera, ya que era plena luz del día y mi tío, una persona mayor a la cual obedecía, estaba a mi lado y no decía nada.

Al comenzar el corte de cabello, un niño subió esa silla de plástico rojo, cuando salí de la peluquería, era todo un adulto, nadie a mi edad sabía más que yo. Dentro del carro de mi tío, el regreso a casa fue callado y sin mayores comentarios. Yo seguía en ese programa, en el mundo que, hasta ese momento, tenía prohibido. Mi tío no dijo nada a mis padres. Ese hecho me dejo bastante tranquilo, ya que pensaba que si mi tío comentaba algo, mis padres me caerían a madrazos, gritos y regaños.

Hoy en día, en algunas ocasiones, todavía asisto a esa peluquería. La gente que corta el cabello, son alcohólicos de profesión y boxeadores de carrera, siempre hay una nueva historia para comentar, y como es de esperarse, la cerveza o la cubita no fallan mientras los señores trabajan. Ahora comprendo que ahí todos somos iguales, la entrada a las mujeres no esta prohibida, pero si incomoda el ambiente de albures, risas y mamaseos a la vieja más buena de la televisión o la revista.

ATTE: SR. SIN PERTENENCIA.

NOTA: no sean cabrones y escriban algo, la dirección a la cual pueden mandar sus escritos es rele_2403@hotmail.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sr sin Pertenencia:

Bueno, me agrado bastante su historia el toque del cuentito es fabuloso, no deje de reir y me transporte un poco, dado que mi peluquero tambien es un boxeador alcoholico. Aunque esta historia solo demuestra que años despues se convertiria en, como decirlo, un cerdo despreciable y misogino. No evita captar la atencio ¿Oiga que olvido mencionar porque lo hace feliz esta historia? obvio si lo entiendo pero esta entre lineas, en fin cada quien su estilo.
ATte
Sr Nadie , ni mergas de anonimo

Anónimo dijo...

sabes, me pasa creeo que lo más extraño de ir a lugares a los que asistias cuando pequeño es que no son tan parecidos a como los veias antes.
Crecimos, la decadencia somos nostros o en realidad siempre habia sido así?


Danielle