jueves, 9 de septiembre de 2010

DESEANDO AMAR



Deseando amar es como me dirijo por la vida. Deseando amar es lo que hago cuando una mujer me rechaza. Sea cual sea la razón. El deseo de amar aumenta en el momento en que veo imposible una situación, justo cuando llevo todas las de perder.

Ser aquel que no tiene compromisos, ese a quien nada le importa y está a la disposición del tiempo de alguien más, por un tiempo, es agradable. No rindo cuentas a nadie. Hago lo que quiera sin dar razones. Hago el amor con la primera que caiga sin estúpidos remordimientos, pero eso sí, al terminar, me pongo en pie y me largo del lugar, aunque mi cuerpo continué ahí. No hay nada negativo en esta vida, salvo que después de un tiempo, invariablemente, termina por cansarme y la soledad aumenta.

Acaso puedo estar seguro de lo agradable que es llevar una vida solitaria, sin embargo, es cuando más me doy cuenta de lo necesario que es rendir cuentas, que quisiera sentir remordimiento en lugar de ver a un monstruo a mi lado cada vez que he terminado en la cama. Porque cuando tengo a alguien a mi lado, alguien con quien quiero quedarme todo momento, el mundo se acaba. No existe nada ni nadie, ni siquiera el tiempo de pensar en el calor de otra mujer en mi cama.

Deseando amar es lo que siente un enamorado queriendo meterse entre dos personas. Es tener que moverse con precaución y sin la confianza absoluta. Cuidar sus palabras buscando retener a ese amor imposible, porque sé sabe derrotado y entiende a la perfección que ella tiene el poder.

El que no desea amar no pierde nada. En cualquier momento se va y sigue con su vida como si nada hubiera ocurrido. Tiene el control de la situación, además de dos personas para recibir su calor.

El que desea amar lo pierde todo. Entra directo al fracaso teniendo como anhelo un cambio, queriendo que sea él por quien se sufra, por quien se derramen lágrimas. Busca ser él el complemento para los sueños, la fuente de inspiración día tras día, ese a quien se le brindan razones y en quien se piense para hacer cualquier cosa.

El deseo de amar surge en el momento en que quiero compartir lo que tengo. Inicia una vez roto el trato de no ser más una aventura. Brinco la barda y me siento capaz de ofrecer cosas distintas. Me siento único y apto. Comienzo con los sueños y a construirlos. Es hasta el final cuando comprendo que mis sueños murieron antes de nacer y mis construcciones fueron sobre el viento, justo antes de caer en cuenta que me vuelvo a quedar solo.

Sin embargo, deseando amar también se dicen los amantes imposibles. Los amores que jamás pueden estar juntos por situaciones estúpidas que ellos consideran invencibles. En su relación reflejan dolor, sufrimiento, impotencia, ansiedad, amor, deseo, pasión, todo lo que sienten el uno por el otro. Quizá este sea un amor de verdad. Quizá aquí si se soporte todo.

Deseando amar es como puedo soportar tanto tiempo creyendo que un día todo cambiará y estaré en una mejor posición. Deseando amar es como despierto cada mañana. Deseando amar es la manera en que bebo mientras te paseas por mi mente y la tristeza aumenta sabiendo que no puedo llamarte y decirte cuanto necesito tu amor. Deseando amar es la forma de resistir ser el perdedor y esperar por unas migajas para alimentarme. Es mi deseo por amarte al que debo mi indecisión para no volver a buscarte, para estar ahí cada que me lo pides, para aguantar el estar escondido y tener que irme si llega quien tiene tu corazón, pero sobretodo, gracias a mi indecisión es como me mantengo ecuánime cuando lloras por alguien más que, evidentemente no soy yo.

El amor de verdad es alegría y tristeza, gozo y sufrimiento. El amor verdadero es ambivalente, sólo que me estoy acostumbrando a vivirlo dese una sola vertiente, la de la tristeza y el sufrimiento. Pero el problema es la naturaleza humana: uno se cansa de la rutina y sale hacia otra dirección. En algún punto algo debe cambiar. Posiblemente falte mucho y siga deseando amarte.

La sutileza del amor es un lujo. Disfrutarlo es un exceso impropio de los estoicos.



ATTE: SR. SIN SENTIDO Y SIN PERTENENCIA.

1 comentario:

Guido Anselmi dijo...

maravilloso. Y esa película a mí también me cambió. no miento, a veces desearía no haberla visto. De ella vienen muchas patologías mías con las mujeres.