miércoles, 2 de abril de 2008

DOMINGO DE FUTBOL

Recuerdo una ocasión en que era pequeño, tenia al rededor de 8 años, no mas, estoy seguro. Mi padre acostumbraba jugar fútbol todos los domingos. El horario variaba cada domingo, pero indiscutiblemente, mi mama, mi carnala y yo, siempre estábamos presentes, de vez en cuando se pegaba algún primo o tío. En esta ocasión mi primo fue con nosotros.

Estaban todos muy entretenidos, el juego estaba en lo mejor, pero a mi no me interesaba mucho, digo, era un escuincle de 8 años, al cual, en ese momento, lo único que quiere es tener un muñeco en las manos para imaginar que salva al mundo de un monstruo de tierra y piedras. Mi hermana era una niña de 5 años, la cual, se calmaba en los brazos de mi madre. Mi primo tenia casi 18 años y pasaba por la etapa en la cual se cree analista de juegos...aun sigue creyéndose y mi madre, bueno, que decir de mi madre. Ella veía en la cancha a mi padre y creía que veía a un David Beckham corriendo con el balón en los pies y además de la guapura que apreciaba en el, se sentía halagada y orgullosa porque era su esposo. Haganme el favor.

Para que nos tranquilizaramos un poco, mi papa nos compro una torta y un refresco antes de llegar al estadio, porque eso si, el campo tenia tribunas y yo veía el estadio azteca. Mientras caminabamos para llegar al campo, la comida comenzaba su proceso de digestión y para acelerar el proceso, antes de que empezara el juego, jugué unos tiros con mi primo.

Comienza el juego y como había explicado anteriormente, todos estaban entretenidisimos con el partido... menos yo. Termina el primer tiempo y el partido estaba empatado a 2, todos a la banca y yo me acerco a mi papa, el me recibió con un zape en la cabeza y me dijo "saquese a la chingada de aquí", regrese a la tribuna y mi primo me dio otro madrazo en la cabeza para después decirme "por pendejo, no sabes que no se debe de acercar a un jugador al medio tiempo". Mi madre no hiso nada, seguía ilusionada con su jugador estrella.

El silbatazo resuena en los oídos de todos, el segundo tiempo a comenzado. Los gritos y groserias no se hacen esperar. Los madrazos dentro de la cancha están a la orden del día. Los nervios de punta en la tribuna, todos metidisimos, pero yo no daba una para este deporte, seguía buscando algo con que entretenerme, ya que no llevaba mi muñeco que salvaría al mundo. De pronto, comienzo a sentir esos aires salir de mi cuerpo a través de mis nalgas. Uno pedo, esta bien, no pasa nada, solo hay que liberar un poco de aire, dos pedos, es normal para todos, tres pedos, momento de comenzar a preocuparse e ir a avisar a tu madre que tienes que ir a cagar. Me acerco a ella solo para recibir como respuesta un "aguantate, ya va a terminar", recurro a mi primo para que me acompañe y me dice "no estés chingando, esta bien bueno el partido". Pasaron unos minutillos y la cagada apretaba cada vez mas, el sudor frió se hacia presente, deje de escuchar los ruidos del partido y solo me concentraba en apretar para no cagarme.

Cayó el tercer gol y el grito de felicidad me regreso a la realidad. No podía aguantar mas, tenia que hacer algo o saldría toda la cagada y ensuciaría mis pantalones y me llevaría una chinga por parte de todos. Decidí bajar las tribunas, apretando hasta el fondo para que no saliera la cagada. Ahí estaban, debajo de las tribunas, los benditos baños. Dios me escucho y se compadecio de un niño de 8 años con el cuerpo lleno de cagada. Entro al baño, estaba todo obscuro y encharcado (quiero pensar que era agua y no precisamente de riñón), pero yo solo quería una taza, del papel ni me acuerde, solo quería sentarme a descargar. Encontré una taza vacía. No tenia puerta, no me importo. Descargue.

Cuando estaba en el mejor momento del descargue, disfrutándolo, apareció mi primo frente a mi. Me quiso parar a la fuerza, me resistía porque no había terminado aun, pero el tenia una cara de pena que para mi era inexplicable. Me jalaba y me jalaba, hasta que logro levantarme, pero en ese momento yo estaba orinando, así que lo moje todo y ensucie toda la taza de cagada. Imaginense nada mas que escena.

Salimos del baño, me volvió a meter un madrazo en la cabeza. Subimos al lado de mi madre y los regaños no se hicieron esperar, que porque me había ido solo, que porque no avise, ya saben, lo típico. Cualquier expoliación seria inútil.

Mi primo le dijo a mi madre que me había metido en el baño de mujeres, que estaba asquerosisimo y que al lado mio, habia una señora gorda que hacia lo suyo, pero en cuanto vio a mi primo, le metió un madrazo y le dijo que se largara de ahí. Yo no recuerdo eso, creo que solo lo dijo para que me fuera peor en los madrazos.

El partido termino. Mi padre salio del campo, se cambio y nos alcanzo en la tribuna. Ve a mi primo todo mojado y pregunta que había pasado. Creo que no es necesario decirles que ese día la cabeza termino hecha una mierda y mas inconsistente que la que yo había tirado en la taza.

Rey de la primañera, no eres nada. Te he ganado con esta cagada, sobretodo con la cagada que me metieron mis padres.

Puto fútbol familiar. A partir de ese día, se terminaron las tortas y refrescos, pero el domingo de fútbol continuo.


ATTE: EL CLUB SIN SENTIDO Y SIN PERTENENCIA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mucho fútbol y poca educación es igual a ... muchos madrazos, intolerancia, y por supuesto una gran gran decadencia. ¡¿pero a quién le importa si hay futbol toda la semana?!